¿Qué pensarías si yo llego de visita a tu casa, saludo, entro, me siento, saco un libro y me pongo a leerlo delante de ti y de tu familia? Sospecharías que falta un loco en el manicomio, ¿no es cierto? Pues de esos locos hay muchos, sólo que en las cabinas de nuestras emisoras.
Por radio no se lee, en ningún formato. En los informativos, si se descubre el tono de lectura, resulta menos grave, porque el oyente sabe que la noticia no está siendo improvisada por el locutor. Pero en los programas de animación, en los deportivos, en los musicales, en las charlas, en los sketches, en las revistas, en las mismas cuñas, hasta en los editoriales, está prohibido leer. Más exactamente: que suene a leído.