Mujeres con historia es un proyecto de los alumnos de 1º de ESO destinado a destacar la importancia del papel que ha tenido la mujer en la historia, a veces, olvidada.
Lo que es bello es bueno y quién es bueno también llegar a ser bello
Ha sido la poetisa más traducida e imitada de la antigüedad, en el siglo XIX los pintores románticos la utilizaron como musa y la inmortalizaron en numerosos lienzos. Platón la llamó la décima musa.
Hoy en mujeres con historia Safo de Lesbos.
Safo nació en Mitilene, ciudad de la isla griega de Lesbos, a finales del siglo séptimo a. C. Inteligente y cultivada, se aficionó desde la juventud a escribir versos. Gracias a su excelente formación y a sus cualidades personales regentó un centro educativo, donde preparaba a las chicas para el matrimonio, ardua tarea, y en Grecia, más bien ingrata.
Safo les enseñaba a componer poesía, y muchas veces, terminaba enamorada de sus discípulos, a quienes dedicaba poemas de amor, fuente de inspiración para otros poetas.
Dulce madre mía, no puedo trabajar,
el huso se me cae entre los dedos,
Afrodita ha llenado mi corazón
de amor a un bello adolescente
y yo sucumbo a ese amor
Safo pertenecía a una familia noble y adinerada, su padre era comerciante de vinos. A la muerte de este, tomó las riendas del negocio, haciéndolo prosperar. Se sabe que amó tanto a mujeres como a hombres, aunque en Grecia esto era aceptable, con el paso de los siglos se le trató despectivamente, siendo el origen del término lesbianismo.
Os aseguro que alguien se acordará de nosotras en el futuro.
Como Lesbos era una isla de tránsito, recibía numerosas influencias, por eso, tenían los mismos derechos las mujeres que los hombres, cosa que no sucedía en Atenas.
Safo participó en las luchas políticas de Lesbos, como en la conspiración fallida contra el tirano Pítaco, que le perdonó la vida desterrándola.
Vivió el exilio en Siracusa, capital de la isla de Sicilia, donde se casó y tuvo una hija, Kleis. Seis años después Pítaco la perdonó y volvió a Lesbos.
En la cólera nada conviene más que el silencio.
Cuenta la leyenda que un día se enamoró de un hermoso joven de nombre Faón, debía ser hermoso, sin duda, porque la propia Afrodita, diosa del amor, fue víctima de sus encantos. Faón la ignoró, de Safo entonces, se apoderó la locura del amor y terminó arrojándose desde la roca Leúcade, peñasco maldito para los enamorados.
Pero este final tan dramático y legendario encaja poco con una mujer que dedicó su vida y obra a cantar los encantos femeninos.
Si la muerte fuera un bien, los dioses no serían inmortales.
