Érase una vez una jirafa llamada Cristina. Ella era muy tímida y amable, vivía en la selva con sus padres y sus compañeras. Tenía un problema, no disponía de manchas como las demás, por lo que todas las jirafas se burlaban de ella.
Un día, una de sus compañeras se le acercó y le dijo – ¿quieres jugar con nosotras?- y Cristina le dijo que sí. Empezaron a jugar y se lo pasaron muy bien. Un día, Cristina, la jirafa, observó que una compañera estaba triste. Cristina se acercó y le preguntó – ¿Qué haces ahí tan sola? ¿Qué te pasa? – la otra jirafa, María, le respondió – Pues que a ti te han ofrecido jugar, pero a mí cuando era nueva me tuve que buscar amigas y nadie me ofreció jugar, en cambio a ti sí –
Cristina se quedó un poco impresionada porque esa jirafa era muy sociable y tenía muchos amigos y no parecía nada tímida.
A pesar de todo, por la sinceridad de María, ambas se hicieron muy amigas. Jugaban tanto que se les pasaban las horas volando y cuando se querían dar cuenta ya era la hora de cenar. Un día vino una jirafa nueva con su familia a la manada y estaba muy perdida, pero entre las dos le enseñaron todo y se hicieron también muy amigas.
Moraleja: si te cuesta hacer amigos, únete a alguien como tú, y después a otro, así hasta que logréis formas un gran grupo de amigos.
